Actualmente se puede decir que el hombre es el primer y más férreo agresor que tiene el medio ambiente en general, debido principalmente a su constante accionar en busca de hacer uso de los valiosos recursos naturales para obtener ingresos económicos propios que les permita satisfacer sus necesidades, sin importarle absolutamente estar afectando el hábitat de muchas especies que son de gran valía para sus distintos ecosistemas.
Uno de los animales que más está sufriendo ante la indiferencia mostrada por el ser humano es la Vaquita Marina, un llamativo y hermoso cetáceo el cual es reconocido como el más pequeño del mundo, alcanzando en algunos casos una longitud que varía de 1,2 a 1,5 metros y un peso promedio de 45 kilogramos, basando su alimentación en peces tales como la corvina o la trucha de mar. Son capaces de localizar a su presa por los sonidos que este emite, y se desconoce completamente sobre el ciclo de vida de la especie, aunque estimaciones científicas indican que puede llegar a vivir entre 15 y 20 años. La Vaquita Marina también conocida como “cochito”, es una de las cuatro especies de mamíferos marinos o marsopas, y ha sido declarada en extremo peligro de extinción, siendo una especie endémica, lo que significa que su distribución se limita a la parte más norteña del Golfo de California, ubicándose en aguas costeras a poca profundidad, manteniendo como su hogar predilecto a la reserva de la Biosfera del alto Golfo de California y Delta del Rio Colorado.
Su situación actual es crítica, siendo contabilizadas tan solo unos 97 ejemplares de esta especie, siendo su mayor amenaza la pesca ilegal de totoaba, un pez local que se ha convertido en uno de los de mayor demanda comercial en los últimos años y cuya importación a los países asiáticos cobra mayor fuerza y valor cada día, muriendo accidentalmente atrapadas un gran número de Vaquitas Marinas en las redes utilizadas para esta práctica, lo que ha reducido alarmantemente su población, asegurando los especialistas que de no aplicarse medidas correctivas y de protección inmediata, podría desaparecer completamente dentro de 5 años aproximadamente, reportes que han llevado a los gobiernos de México y Estados Unidos a trabajar conjuntamente con organizaciones mundiales de protección de vida marina para evitar la extinción absoluta del único cetáceo endémico mexicano, haciendo especial énfasis en apoyar proyectos de captura de ejemplares adultos para tratar de implementar un prometedor método de reproducción en cautiverio el cual podría ser garante de la preservación absoluta de esta especie.